¿Cómo le explicas a un niño de 6, 7 u 8 años qué es el bullying? Estos comportamientos, desde un punto de vista moral y legal no dejan margen a la duda: acosar a un compañero, pegarle e insultarle con reiteración, apartarlo del grupo... está mal.

Pero, ¿cómo le enseñas a un estudiante de esas edades que aunque sus amigos lo hagan él no debe imitarles, aunque así se arriesgue a que dejen de ser sus colegas? Hay que ponerse en la cabeza de un menor para comprender cómo funcionan sus emociones y, de un tiempo a esta parte, un agente de la Policía Local de la Vall d’Uixó ha conseguido dar justo en el clavo: hablar su mismo idioma.

Ximo Amiguet está convencido de que «no adquiere prestigio aquel centro escolar que carece de incidencias por violencia de este tipo, sino el que forma a sus alumnos y profesores en la gestión de conflictos». Y a esa misión, ayudarles a establecer mecanismos de identificación y resolución de los problemas, se ha encomendado dentro de sus tareas como agente del orden en esta localidad.

El recurso

Amiguet utiliza un recurso que, en principio, tiene poco que ver con su uniforme y la imagen de autoridad que cualquier agente ofrece. La magia, el juego simbólico y el ilusionismo se han convertido en su Caballo de Troya para ganarse la confianza de su particular auditorio. Está convencido de que «el contenido aprendido puede consolidarse en la mente del niño al estar conectado con un bonito recuerdo» y solo hay que asistir a una de sus sesiones para comprobar los excelentes resultados.

Este tipo de actividades suponen una revolución en la relación que la Policía Local mantiene con los ciudadanos, en este caso, los más pequeños. Y el de este policía, aunque muy original, no es un caso aislado en la Vall.

El papel de los profesionales del cuerpo en el Proyecto Stars, en el que se han implicado todos los colegios e institutos de la ciudad para recuperar itinerarios seguros para que los alumnos lleguen a sus centros es fundamental. Raquel Bernús, coordinadora del departamento de Educación Vial, explica que se han empeñado, a lo largo del curso, con la intervención de varios compañeros, en desarrollar diversas actividades con alumnos de Infantil y Primaria «con el eje vertebrador de la bicicleta y la autonomía del niño en la calle, para que se desplace de una manera segura».

No se han limitado a organizar los típicos parques de Educación Vial, sino que los policías se han subido a la bici con los menores porque, según Bernús, «la proximidad con ellos provoca que estos quieran cumplir las diferentes normas de seguridad vial por total convencimiento».

Alcohol, drogas y jóvenes

Una tarea más complicada han asumido los policías Guillem y Martí, por el público al que se han dirigido: los adolescentes; y los temas que han tenido que tratar, la normativa y el peligro del consumo de alcohol y drogas. Son conscientes de que «la sociedad está normalizando estas conductas cada vez de una manera más temprana y frecuente». En estos casos, su papel de agentes del orden ha cobrado un mayor peso, trabajando estas cuestiones «de manera preventiva en los institutos», pero también «en operativos policiales de detección y de denuncia por consumo en la vía pública y en diferentes casals».