Trabajar bajo tierra durante toda una jornada laboral, sea cual sea el oficio, no es una ocupación para la que cualquiera esté preparado. Especialmente en estas latitudes. Somos gente de sol, de estar en la calle. Para algunas incluso una oficina puede ser claustrofóbica. Pero ese no es el caso de los 20 aspirantes a ser nuevos barqueros de les Coves de Sant Josep, que recientemente completaron el primer curso de formación para especializar en este menester.

Razones para plantearse esta dedicación como una opción profesional pueden haber tantas como candidatos. La de uno de ellos, Joan Castelló, es meridiana. Decidió realizar este curso por la difícil situación del mercado laboral. «Llevo muchos años trabajando, lo más reciente de autónomo, y tal como están las cosas, esta era una oportunidad y además única, porque esta titulación solo se puede utilizar aquí, en la Vall d’Uixó, en les Coves».

Este argumento puede parecer más que suficiente y de lo más razonable, pero como sucede con esta cavidad turística, Joan oculta una motivación adicional. A los aspectos estrictamente económicos, se suman los emocionales. «Solo la posibilidad de ser barquero en Sant Josep supone mucho orgullo, porque llevo toda la vida aquí y me gustaría, el día de mañana, poder exponerle a la gente uno de los principales inicios de la creación de la Vall».

Otras vinculaciones familiares y la satisfacción de poder formar parte del relato histórico del lugar en el que vive, convierten en interminable la espera para conocer las notas finales para conseguir el título acreditativo, al que también aspira otra joven, Ana Pastor (Sagunto).

El suyo es un caso muy diferente al de Joan. Se apuntó «porque siempre me han llamado la atención los trabajos con un componente físico, tengo formación al respecto, y además me gusta la naturaleza». Este último aspecto es el que más interés le ha suscitado. Tanto es así, que llega a considerar que el de barquero «es más que un trabajo». Y poco le importa que la jornada laboral se desarrolle íntegramente bajo tierra, llega a asegurar, incluso, que «lo prefiero».

Experiencia única

Ambos han concluido el curso de formación con la satisfacción de haber vivido una experiencia única. Aunque queda mucho camino por andar, el balance de la experiencia es «muy positivo», porque han tenido la oportunidad de conocer desde una perspectiva diferente «un tesoro provincial»

Esta formación recibida no es garantía de nada. El Ayuntamiento quería ofrecer la posibilidad de especializarse a un grupo de personas que, en breve, podrán someterse a las pruebas selectivas para crear una bolsa con la que cubrir bajas, jubilaciones y temporada alta. Joan y Ana lo están deseando, seguro como sus 18 compañeros.