La crisis del coronavirus también obliga a cancelar tradiciones ancestrales en la provincia que iban, hasta ahora, de la mano de la época primaveral. Romerías que fusionan lo religioso y lo popular, o el ciclo de rollos y primas de Els Ports, para bendecir el trabajo en el campo, no tendrán sus celebraciones este año.

En el norte de Castellón destaca la cancelación de rogativas como la de Vallivana (Morella), o la de Catí a Sant Pere de Castellfort, previstas para el 2 de mayo. Aunque la costumbre morellana podría recuperarse en otoño. Un recorrido que se hace, paradójicamente, desde 1672 cuando otra pandemia, la peste, azotó a la población. «Lamentamos estas suspensiones, pero ahora lo principal es la salud», recalca el párroco local, José Ángel Pitarch.

Se suman anulaciones en San Cristòfol de Saranyana de Todolella, las romerías de Cinctorres y Ares, así como tampoco saldrán Els Peregrins de Portell. «Duele que no se haga ahora, valoraremos si se hace más adelante», indica el alcalde, Álvaro Ferrer.

Otros peregrinos que se quedarán en casa son los de les Useres. Como alternativa, simbolizarán el próximo fin de semana el rito. Colgarán en los balcones los tapices y por la megafonía se reproducirán los cánticos de los caminantes. No faltarán los farolillos.

En l’Alcora, ayer se hubiera vivido su Peregrinación por las Ermitas, con 11 mujeres participantes. Frente a ello, alguna de las afectadas lució el vestuario habitual de este acto anual.

Más tradiciones que se van al traste este 2020 son las romerías de Sant Gregori en Benicarló, la de Sant Antoni en Peñíscola, la de Santa Quitèria en Almassora o la de Canet a Traiguera, entre otras. Informa: M. J. Sánchez.

Mientras, desde el emblemático santuario de la Balma, en Sorita, el ermitaño, José Barberán, sacó varios días al exterior a la Virgen, Sant Blai y Sant Antoni como figuras de protección. Y los vecinos y el párroco piden salud en las Novenas y rezan por el final de esta delicada situación.