Como suele decirse en estos casos, no fue nada para lo que pudo haber sido. Porque el lunes los vecinos de la Vall d’Uixó vivieron un momento inédito y muy peligroso: el ganado que iba a participar en el segundo encierro de Les Penyes en Festes, de Juan Faet, se escapó en manada del recinto taurino protagonizando unos minutos de pánico hasta que la providencia y la frialdad de un hombre, lograron controlar una situación que, de no haberse tratado de toros de corro, sino cerriles, podría haber sido muy distinta.

Eran las 12.00 horas. El encierro estrenaba nuevo horario, lo que coincidía con otra novedad -que descartan que tenga que ver con el incidente-: los toros acceden al recinto directamente desde el camión. Así lo hicieron ayer. Pero en décimas de segundo, sin dar tiempo a los organizadores a reaccionar, se dieron la vuelta y arremetieron con violencia contra una ratera, la situada en la calle Sagrario Santo Ángel. La embestida fue «tan brutal», como describió el presidente de Les Penyes, Vicente Pitarch, que partieron «un hierro de más de un centímetro de soldura». La puerta se abrió y los animales iniciaron la carrera prevista, aunque no en la dirección esperada.

Minutos de infarto

En su huida atropellaron literalmente a un miembro de la brigada municipal que participaba en las tareas de coordinación del acto. Salvo por algunas magulladuras, no sufrió ningún daño relevante. Por fortuna, fue el único herido.

Tras el ganado, corrieron aficionados y responsables del festejo, entre ellos Pitarch, que explicó que «como en el encierro, corrieron en manada hasta que llegaron al Conservatorio». En pocos minutos, sin provocar más incidentes que los sustos memorables de quienes se los cruzaron en su camino, los seis toros y cuatro mansos recorrieron la calle Sagrario Santo Ángel hacia el Roser, hasta cruzar la avenida Sudoest desde las escaleras de la plaza de Oriente.

A su llegada a la parte posterior del Conservatorio, disminuyeron la velocidad y siguiendo la valla perimetral, aprovecharon que la providencia había hecho coincidir su fuga con la llegada al aparcamiento del edificio del conserje para colarse en la zona ajardinada. Lejos de amedrentarse por una situación tan surrealista como cierta, el hombre se quedó en el interior de su coche y observó como los toros accedían al recinto del centro. No lo dudó. Accionó el cierre automático y bloqueó la puerta. Los animales ya estaban controlados, dado que esta zona está aislada de la vía pública. Esperó a que se apartaran para entrar en el edificio consciente de que, tanto él como los viandantes ya estaban fuera de peligro.

La llegada de los aficionados y organizadores fue cuestión de segundos y pusieron en marcha el dispositivo de encajonamiento. Participaron dos camiones, una furgoneta de la brigada municipal y una excavadora. El dispositivo de seguridad movilizó, además, a 18 policías locales, dos unidades de la Policía Autonómica y dos patrullas de la Guardia Civil. Las ambulancias del recinto taurino también se trasladaron a la zona. Porque los rodadores, cuya participación en la recuperación del ganado fue esencial, se jugaron el tipo en una intervención larga y muy arriesgada.

La alcaldesa, Tania Baños, tras confirmar que los toros estaban controlados, afirmó que «garantizar la seguridad es el pilar básico para poder hacer fiesta y tendremos que buscar todas las mejoras de seguridad necesarias».