Las obras de reasfaltado de la circunvalación a Burriana (CV-18) y la carretera de les Alqueries (CV-222) han evidenciado, con el repintado de las líneas horizontales, la creación de un nuevo carril a costa de una notable reducción de la anchura de los espacios destinados a la circulación para crear una vía reservada para bicicletas. El otro perjudicado es el arcén, que ha desaparecido.

Tal es la disminución de este eje interurbano CV-222 que los vehículos pesados (camiones y autobuses) se cruzan con dificultades y deben reducir considerablemente la velocidad e incluso invadir los laterales derechos de sus respectivos carriles.

El motivo es la creación en el trazado de la antigua carretera de un carril bici de la misma anchura que cada uno de los sentidos de circulación. El resultado final es que se destina más del doble de metros a peatones y bicicletas que a vehículos, a pesar de ser un vial que soporta un elevado tránsito y, una parte importante, de gran tonelaje.

FALTA DE ESPACIO

Así, en la actualidad, se destinan 10 metros a los peatones (5 metros en cada acera de los costados) más otros 3 metros para las bicicletas. Frente a estos, solo 6 quedan reservados para la circulación de vehículos a motor (3 metros por sentido).

A los problemas para el tráfico, se une la preocupación de los propietarios de inmuebles que deben acceder a la CV-222. Y es que la desaparición del arcén supone un mayor peligro al incorporarse a la circulación, ya que un coche debe ocupar la calzada para comprobar si se puede o no acceder. El coste de esta intervención está cifrado en aproximadamente 145.000 euros.

La creación de la zona para ciclistas se ha ejecutado entre la rotonda de conexión de la CV-222 con la circunvalación a Burriana (CV-18) y el desvío para llegar a la estación de ferrocarril.