En un plazo máximo de cinco meses está previsto que finalicen las obras de reforma de la antigua Casa Abadía de la Vilavella, un edificio que originalmente se destinaba a la vivienda del párroco de la localidad, pero que después de esta actuación modificará parte de su uso para poder dar servicio a la parroquia, según explica su responsable, Ignasi Del Villar.

Este inmueble, ubicado en la calle San José, a pocos metros de la iglesia, lleva 10 años cerrado. El último párroco que vivió en ella «no quiso nunca gastarse dinero y la casa estaba muy mal», un estado que se agravó después de una década sin uso. Es por ello que el actual sacerdote de la Vilavella pensó que tenían «que aprovecharla porque la Iglesia no tiene ninguna propiedad más». De hecho, en la actualidad servicios como las oficinas, el archivo o Cáritas «están dispersos por todo el pueblo» en sitios que les dejan, porque «los vecinos del municipio son muy generosos».

AUSTERIDAD // Cuando plantearon la recuperación de la Casa Abadía, Del Villar indicó que debía ser «una obra mínima», en la línea de la «austeridad» que debe ejercer la institución. Desde hace varias semanas una empresa local se encarga de arreglar «lo fundamental», como quitar humedades, sustituir la instalación eléctrica y las canalizaciones.

Tras las actuaciones, la planta superior se destinará a la vivienda del párroco y en la planta baja se pondrá a disposición de los feligreses el archivo, el almacén de Cáritas y una sala de reuniones. «Así podremos atender mejor a la gente», dice, y se recuperará una parte del patrimonio local.