Almassora se reencontró ayer con sus orígenes con la celebración de la fiesta de les Calderes, declarada de interés turístico provincial. Un acto que centra la programación del día grande en honor a la patrona Santa Quitèria y que recuerda al plato de arroz que el municipio repartía antaño entre las personas sin recursos.

Comerse el arroz de la cassoleta es hoy una tradición que se vive junto a la familia y que se repitió ayer. Miles de personas hicieron cola en las inmediaciones de la plaza Pere Cornell para recoger su ración de arroz. Una receta que únicamente se come en la localidad cada 22 de mayo.

A primera hora de la mañana comenzaron los preparativos en la plaza de España, donde cocinan las 22 calderas de rigor a vista del público, pero también en el almacén municipal, donde preparan una treintena con una receta que se compone de 14 kilos de arroz y 14 de pollo, 2,5 kilos de costilla, litro y medio de aceite, 2,5 kilos de guisantes, tres botes de tomate, ajos y sal.

Las 7.300 raciones del plato más popular de las fiestas de la localidad comenzaron a servirse alrededor de las 14.00 horas, tras la bendición del párroco Juan Ángel Tapiador de las calderas situadas en la avenida José Ortiz.

AUTORIDADES // En la zona reservada para las autoridades, la alcaldesa, Merche Galí, y la reina de las fiestas, Nuria Alcalde, acompañada por sus damas, Núria Dealbert y Mar Rouco, entregaron la Caldera de Honor 2019, la más alta distinción de la localidad, al director comercial de la empresa Matimex, Ramón Carneros. Asimismo, Cruz Roja y Cáritas recogieron un cheque con los 4.242 euros recaudados de la venta de cintas y pañuelos durante la romería, labor que desempeñan las integrantes de la Junta de Damas de Santa Quitèria.

A la salida del oficio religioso matinal, la comitiva se desplazó al recinto de la mascletà disparada por la pirotecnia Baldayo, que recibió el homenaje por su larga trayectoria en la localidad.