Centenares de peregrinos realizaron ayer, a pie y en caballerías, los más de 30 kilómetros que separan Catí de Castellfort, en una tradición que se remonta, según documentación escrita, al año 1321. Después de dos años, y gracias a las gestiones realizadas por el alcalde, Pablo Roig, con el obispo de Tortosa, Enrique Benavent, se ha conseguido que un sacerdote de la provincia de Alicante cubra todo el recorrido de una rogativa que cumple siete siglos.

A las cinco de la madrugada, las notas de la despertà convocó a los peregrinos. Poco después, a las 8.00 horas, salieron en procesión desde la iglesia hasta el Prigó. Allí les esperaban sus familiares con las caballerías. Una hora más tarde, llegaban al ermitorIo de l’Avellà, donde almorzaron y celebraron misa. A través del barranco de Salvassòria y después de ascender una empinada cuesta llegaron a la Llàcua (término de Morella), donde pararon durante una hora para comer.

Por la tarde, a través de la Pinella y el Hostal de la Roja (término de Ares), llegaron al pie de la temida costa de Sant Pere. Fue la parte más dura del recorrido. En la cumbre les esperaba un numeroso público que acude cada año para ver la llegada. Entraron a la iglesia de Sant Pere en procesión.

Aunque se viene rezando y cantando durante la práctica totalidad del recorrido, y quizás por el hecho de ser el destino de los peregrinos, son especialmente emotivos los cánticos en la ermita de Sant Pere. A la salida, les esperaba un suculento plato de los típicos fèsols y arròs, cocinados en ocho grandes calderas de cobre desde primera hora de la mañana. Siguiendo con la tradición, los peregrinos pernoctaron en casas de conocidos de Castellfort o en la propia ermita.

Los cánticos y gozos

Aparte de la despertà y de los gozos de los santos que se cantan en castellano, el resto de cánticos se realizan en latín. Así pues, fue todo un regalo para los sentidos poder escuchar Oh Vere Deus, Ne Recorderis, Regina Caelis o las letanías de los santos con el eco de los barrancos y las voces entrecortadas de los fatigados peregrinos. Cabe recordar que en años de sequía se pide lluvia de celis, mientras que en aquellos de lluvia se ruega gratiam de celis.

Durante la jornada de hoy oirán misa en la Mare de Déu de la Font, donde antes se elegirán los cargos para el próximo año, es decir, el portador de la cruz, el de la bandera y los cantadores. Después de comer, partirán de regreso a Catí por un itinerario diferente, pasando por Ares, donde entrarán a rezar en la iglesia. Ya por la noche, una emotiva procesión de las antorchas, donde los cuatro peregrinos de mayor edad llevarán la peana del santo a hombros, pondrá punto y final a la rogativa.

El santo a hombros

De hecho, estar entre las cuatro personas mayores de la rogativa y llevar el santo a hombros es un honor para los catinenses. Cuenta el anecdotario que en una ocasión dos peregrinos habían nacido el mismo día y, dado que ninguno renunciaba a llevar el santo, se retrasó la procesión para ir al Ayuntamiento y comprobar en el registro civil la hora de nacimiento.