La travesía de la CV-10 a su paso por la Salzadella ha sido objeto de varias actuaciones en los últimos años para tratar de dar respuesta a una reivindicación histórica del municipio: la necesidad de incrementar la seguridad de un vial muy transitado, donde el tráfico rodado alcanzaba velocidades excesivas. Pero ha sido con la intervención más reciente cuando han visto como su demanda se ha cubierto de una manera efectiva.

Hasta el momento, se habían probado diversas soluciones, pero con ninguna lograban persuadir a los conductores de reducir la velocidad, en una recta sin mayores limitaciones que la señalización vertical y horizontal propia de cualquier travesía como esta.

La construcción de dos nuevas rotondas, que se suman a otra existente, junto al refuerzo de un pequeño bordillo, sobre la línea divisoria de ambos carriles, y la señalización de dos pasos peatones parecen ser el remedio. El alcalde, Cristóbal Segarra, reconoce que «al principio, a los vecinos esa mediana no les pareció bien», pero el tiempo ha demostrado que ha conseguido el propósito esperado, «que los coches redujeran la velocidad», porque en un tramo limitado a 50 km/h, podían alcanzarse entre los 70 y los 100 km/h.

Rara es la obra que no genera detractores y partidarios. La pega principal estaría en la glorieta central, que por su trazado obliga a los vehículos pesados a reducir mucho la velocidad para poder completarla sin problemas. Al respecto, el primer edil insiste en que «es una cuestión de velocidad». Asimismo, esta rotonda se construyó con una superficie que facilita el paso de camiones.

ACCESO A LAS FINCAS

Tras las reformas, acceder desde el pueblo al otro lado de la carretera, donde se encuentran numerosas fincas agrícolas y el popular paraje de la Font de Sant Albert, se puede realizar con mayor tranquilidad.

Cuenta José Antonio Rodrigo, propietario de un taller, que ha comprobado como cuestiones que al principio le parecían inconvenientes, «para quienes utilizamos esta carretera a diario», se quedan en «molestias sin importancia, porque se gana en seguridad».

Por su parte Eugenio, del conocido restaurante Prats, aunque ha comprobado como se ha cortado un acceso directo a su negocio, asegura que «ahora estamos mejor de lo que estábamos».