Hacía casi tres meses que en el salón de plenos de Almassora no se escuchaba un «sí, quiero». Un paréntesis obligado por el estado de alarma que privó de formalizar la relación a decenas de parejas. Esta semana, sin embargo, el Juzgado de Paz de Almassora ha vuelto a celebrar ceremonias civiles con la nueva fase de la desescalada. «En la fase 2 ya se pueden hacer bodas y en esta primera semana hemos tenido tres», explica el juez de paz, Enrique Felip.

Tras la reactivación de este trámite, han iniciado una ronda de llamadas a todos los que se vieron obligados a suspender la boda para fijar nuevas fechas. Según los datos facilitados, el consistorio registró un total de 31 enlaces civiles entre enero y mayo del 2019, mientras que solo han podido realizar 11 en el mismo periodo de este año. «Un 40% de las parejas que ya tenían fecha la están aplazando por temas como el restaurante, mientras que otras que no han podido casarse semanas atrás optan por hacerlo ahora», señala.

Un año de trámites

El 5 de junio fue la fecha elegida hace más de seis meses por Ana Belén y Gabriele tras iniciar hace casi un año unos trámites para casarse que, en este caso, fueron más complicados por el origen italiano del novio. «Los trámites suelen extenderse entre mes y medio y dos meses. Cuando el expediente ya está finalizado, llamamos a la pareja para notificar el auto y fijar fecha», detalla el juez de paz.

La pareja, residente en Almassora y propietaria de un estudio de interiorismo en Castelló, ha estado en vilo durante estos meses y finalmente las circunstancias se han puesto de su parte para cumplir su propósito el día previsto. «A nosotros nos gusta que todo fluya. Yo llamaba al juzgado y me decían que no se podían celebrar bodas, pero ha sido perfecto pasar a la fase 2 esta semana», cuenta Ana Belén.

Con la posibilidad de la celebración en la mano, estos novios que se mudaron a Almassora hace dos años para abrir su negocio optaron por hacerla realidad en un lugar «donde hemos tenido una acogida muy buena, la gente nos lo ha puesto muy fácil y, además, el personal del juzgado es encantador». Ana Belén se puso este viernes el vestido de novia que había comprado justo antes del confinamiento y fue protagonista, junto a Gabriele, de una ceremonia en la que los presentes tuvieron que llevar mascarilla y usar el gel desinfectante.

Aforo de 25 personas

El salón de plenos acogió a los invitados con un aforo reducido a 25 personas y una distancia obligatoria de dos metros, excepto los novios --al convivir juntos--. Hubo ausencias importantes, como la de algunos familiares del ya marido, que por la pandemia no pudieron desplazarse desde Italia. Por ello, la celebración la harán más adelante, cuando puedan reunirse todos. «Nuestra boda iba a ser íntima y las circunstancias han hecho que ahora lo sea más», relata.

Así, Ana Belén y Gabriele ya son matrimonio en tiempos de coronavirus: «Aplazarla era hacerlo hasta no sabemos cuándo, así que siempre podremos contar cómo fue nuestra boda».