El Termalismo ha desaparecido del skyline de Benicàssim y ya es historia. Los trabajos de demolición llegan a su fase final, tras haber derrumbado prácticamente por completo los dos edificios, a falta de las últimas tareas. La localidad dice adiós a 53 años llenos de anécdotas.

Las obras arrancaron hace justo un mes, a finales de enero, y las han ido acometiendo de forma minuciosa para garantizar la seguridad, pues la gran estructura se encuentra en lo alto de una colina, con viviendas próximas. Por ello, no han utilizado dinamita. La máquina, una pinza de cadenas, ha ido devorándola poco a poco.

El proceso

Las tareas empezaron desde arriba, en la parte oeste, y fueron continuando hacia el mar. Según explica el responsable de la empresa, «se ha mantenido la parte baja frontal y dos plantas para que no se vaya todo hacia adelante (donde está la carretera que sube la colina)». Por ello, la zona más baja de la estructura, que tenía seis plantas, ejerce de barrera para los escombros.

También han roto ya los dos forjados de los sótanos. Y queda pendiente derribar el espacio que cubre la piscina, lo que se hará, en este caso, con una máquina más pequeña.

Los trabajos seguirán con la retirada de escombros, que están acumulados en la gran parcela de 10.000 m2. Hasta ocho camiones van cargando y trasladándolos al vertedero con continuos viajes de ida y vuelta.

La previsión es que el derribo esté completamente finalizado dentro de un mes, para Pascua.

Antes, procederán a la limpieza de todo el terreno, que ya quedará disponible para futuros usos, aunque todavía no hay nada decidido. Esta cuestión la abordarán los propietarios y todas las fuerzas políticas después de las elecciones municipales de mayo.

Por el momento, el suelo está calificado de asistencial sanitario, lo que limita sus fines.

El doctor Joaquín Farnós, impulsor y propietario --en parte-- del Termalismo, visitó ayer el final de las obras junto a sus hijos, Pablo y Vicente Farnós, emocionados por ver los edificios ya hechos escombros, pero con la ilusión del futuro.

Según manifestó Farnós padre, «habrá que velar tanto por los intereses de los propietarios como por el de Benicàssim, que es el turismo, buscando el beneficio de ambas partes».

El especialista médico declaró que «el edificio se ha ido abajo, pero su espíritu perdura aquí y, sobre todo, porque todo lo que había está en El Palasiet». El complejo abrió sus puertas en 1966 y funcionó hasta 1992 como un centro sanitario.