Un alcalde prevenido vale por dos. Eso deben de pensar los vecinos de Tírig de Juan José Carreres, que en las dependencias municipales almacena material de protección para cubrir las necesidades de todos durante al menos un par de meses. Y es que cuando las grandes urbes estaban a la espera de lo que pudiera suceder, en este municipio de poco más de 400 habitantes del Alt Maestrat ya empezaron a prepararse para un aislamiento esencial con su alto porcentaje de vecinos de avanzada edad. Y esa previsión ayudó a que el miedo inicial fuera matizándose paulatinamente hasta el día de hoy, cuando a pesar de haberse quedado a las puertas de la fase 1 (a muy pocos kilómetros del área de salud de Vinaròs), la tranquilidad y casi normalidad sea la tónica dominante.

Al menos eso piensa José Castro, granjero, que entre sus cerdos (tiene unos 2.500 animales) y el campo (olivos y almendros) su vida «ya se caracterizaba antes por el aislamiento». Bien es cierto que ha tenido que renunciar a las reuniones con amigos, pero son unas exigencias que suple con llamadas y estoicismo. Y es que mientras en otros sectores no saben cómo superarán esta crisis, en su caso será un buen año por el precio que ha alcanzado en el mercado la carne de porcino.

Tampoco ha dejado de trabajar Mari, propietaria del supermercado, que junto a su hijo Adrià (está haciendo las prácticas con la mejor tutora posible) destaca que los vecinos «se están portando muy bien, con mucho respeto». Mientras ella ha multiplicado las horas en la tienda para dejarla siempre desinfectada.

Juan José Carreres se siente satisfecho por la respuesta de su gente, tanto los que residen en Tírig «como los que viven fuera y vienen los fines de semana, porque han demostrado mucho respeto y responsabilidad cuando más falta hacía», asegura.

Además, el esfuerzo de logística municipal se ha visto complementado por acciones solidarias como las de Inma Carceller, que se dedicó a hacer mascarillas para adultos y niños; o la de Esteban, de la Associació de Caçadors, con las limpiezas periódicas del pueblo. También es reseñable el papel de Susana Saura, que ha hecho lo posible para mantener activos a los usuarios de la unidad de respiro. Y así hacen frente a una anormalidad que, en su caso, muchos envidiarían.