En enero del año 2017 una gran nevada provocó la caída de miles de pinos en las zonas boscosas del interior de la provincia. De norte a sur, Castellón se vio colapsada. Más de tres años después, los efectos de aquel temporal han convertido los montes del Alto Palancia en un «polvorín». Así lo califica al menos el alcalde de Torás, Carlos L. del Río, quien hizo una denuncia pública de la situación en Medi TV y lamenta que la leña acumulada en aquel momento continúa en la zona, lo que incrementa la vulnerabilidad de estas superficies forestales ante la falta de una intervención de las autoridades competentes en la materia. Según explica el munícipe, es un problema que han comentado en varias ocasiones sus homólogos de los pueblos de la comarca. La limpieza de los bosques «requiere de mucho dinero» y los consistorios no disponen de recursos suficientes, a parte de considerar que no se trataría de una tarea que debieran asumir a nivel local, sino que entra en el ámbito autonómico.

Así se trasladó en su día, según dice Del Río, a la Conselleria de Agricultura, donde les dijeron «que iban a actuar», aunque lo único que hicieron fue «abrir los caminos, pero los bosques siguen estando igual, llenos de leña».

Atendiendo la explicación del alcalde de Torás, llama la atención una circunstancia curiosa. Aunque los terrenos son de titularidad municipal, los árboles serían del Estado. A finales de los años 50 del siglo pasado se produjo una gran reforestación que motivó un acuerdo por el que, en el caso de la explotación de la madera, «el 75% del beneficio que se extrajera sería para el Estado y el 25% para el pueblo». El alcalde de Torás resalta este hecho porque «si en su momento se hubiera ofrecido el aprovechamiento de toda esa leña, habría sido un buen negocio, pero ahora nadie va a quererla, porque está muerta y en muchos casos podrida».

DAR EMPLEO / A su modo de ver, la única solución pasaría por contratar gente «el tiempo que hiciera falta» para que se dedicaran a sacar de los caminos los restos de pinos que se acumulan en los barrancos, de manera que así pudieran eliminarlos, porque no cree «que puedan aprovecharse».

La mayor preocupación en estos momentos es que cualquier circunstancia, intencionada o fortuita, «una simple chispa o un rayo», provoque un incendio que podría ser muy grave, dada la cantidad de material combustible acumulada, «y afectaría a uno de los pulmones verdes más importantes de la provincia».