La plaza de San Miguel de Morella transformó ayer su fisonomía con la construcción de la barraca de Sant Antoni. Por primera vez en décadas, las torres de Sant Miguel fueron el epicentro de la fiesta. Y es que si bien las tradiciones no acostumbran a experimentar cambios, en alguna ocasión suceden. Así, como ya avanzó Mediterráneo, la restauración de las pinturas de la fachada de la arciprestal ha provocado el nuevo de emplazamiento para la realización de la Santantonà.

La programación de actos, no obstante, sigue la misma estructura que en las ediciones anteriores. La representación de la vida del santo abrió la agenda en la capital de Els Ports. Centenares de vecinos no quisieron perderse la interesante historia de superación que, según las escrituras, experimentó Sant Antoni. Tras la obra, la gran barraca ardía, dejando una imagen que no se producía desde 1936, cuando se plantó en esta ubicación.

Hoy sábado los actos continuarán desde primera hora de la mañana, con la procesión y la misa. Seguidamente, en la casa cofradía, eje neurálgico de la fiesta, se repartirá el tradicional panoli, la pasta típicas de la celebración. Por la tarde, a partir de las 16.00 h., llegará la representación de las tareas del campo, con la llaurà, la siembra y la siega. También se podrá ver el mondongo, que son las labores que acompañan a la matanza. Otro de los platos fuertes será el contrabando.