La Volta a Peu pels Aljubs es una de las actividades que ponen el ingrediente deportivo a la Festa de la Carxofa y, si bien carece del factor competitivo, sí precisa que los participantes gocen de la forma física suficiente para completar un recorrido de algo más de 20 kilómetros, que combina tramo urbano con, en su mayor parte, trayecto por el ámbito rural.

Unos 300 participantes, entre senderistas, voluntarios y organizadores se sumaron ayer a la caminata que tiene como objetivo dar a conocer y poner en valor el sector agrícola de la localidad y los elementos etnológicos que lo pueblan. De hecho, a lo largo del itinerario, incluyeron la visita a tres construcciones típicas de la arquitectura rural, como son los aljibes que, a su vez, dan nombre a la popular expedición.

En esta ocasión, visitaron el depósito del camino de Càlig, el del Puig y el del Mas de Fabra. El segundo de ellos, que data del año 1845, marcó el inicio de la parte más complicada del trazado: el ascenso al Puig de la Nao. Sin embargo, y como recompensa al esfuerzo, una vez en lo más alto, los caminantes pudieron disfrutar de unas vistas espectaculares de todo el término. Además, el hecho de que la organización habilitase varios puntos de avituallamiento a lo largo del recorrido hizo más llevadero el camino.

La peña l’Arjup se encargó, como cada año, con el apoyo logístico del Ayuntamiento de Benicarló, de organizar el evento y una de las novedades de esta edición fue el sorteo, entre todos los inscritos, de un lote de carxofas donado por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Alcachofa de Benicarló.

‘olleta benicarlanda’ // Otro de los acicates de la actividad es, sin duda, la suculenta olleta benicarlanda que elaboran los cocineros de la Peña Setrill y de la que, finalizada la marcha, sirvieron, en el eventual comedor del pabellón polideportivo, generosas y humeantes raciones entre todos los participantes a la ruta.