El pleno celebrado ayer en la Vilavella despertó una expectación poco habitual. No era para menos. En el salón de sesiones iba a tomar posesión de su cargo el concejal tránsfuga del Partido Popular, Abelardo Zaragoza, que una hora después salió del ayuntamiento escoltado por la Guardia Civil entre pitos y gritos de «traidor» de quienes fueron sus compañeros de filas y la llamativa ovación de afiliados y simpatizantes del PSOE, que le esperaban también en la puerta.

Zaragoza entró en el pleno el último. A las 19.30 horas en punto ocupó su lugar, esperó a ser requerido por el secretario del Ayuntamiento, juró su cargo y volvió a su butacón, donde levantó la cabeza de su teléfono móvil en contadas ocasiones. No intervino en ninguno de sus turnos de palabra y su voto fue siempre el mismo, abstención, incluso en acuerdos como la composición del Consejo Escolar Municipal o de los consorcios en los que tiene representación la localidad.

Pero una de esas abstenciones fue determinante, la que permitió la aprobación de las retribuciones de alcalde y concejales. Como es sabido, el PSPV-PSOE de Manel Martínez gobierna en minoría por la decisión de quien fue candidato del PP a la alcaldía de no presentarse en el pleno de investidura. En esta circunstancia, dependiendo del voto de Zaragoza, se puede producir un empate técnico, los cinco ediles del PSOE frente a los cinco de PP e Independents per la Vilavella (IxLV), que fue exactamente lo que sucedió cuando estos dos últimos se negaron a apoyar lo que consideraban un aumento «injustificado» de las retribuciones del equipo de gobierno municipal.

PRÁCTICAMENTE IGUAL / El alcalde defendió que si se realiza un cálculo objetivo, «prácticamente son las mismas, el presupuesto no se verá afectado», porque anualmente supondrán 1.000 euros más en total respecto de la anterior legislatura.

Con todo, Inma Traver, actual portavoz del PP, no dudó en incidir en que «el PSOE ha aprobado la subida de retribuciones de la junta de gobierno gracias a la abstención de un tránsfuga».