El paso del tiempo demuestra que no todas las decisiones que surgen del Vaticano son infalibles. El caso más conocido es la condena de la Inquisición al científico Galileo, que no fue reparada hasta 359 años más tarde. Desde hace unos años, en Peñíscola buscan un proceso parecido para su personaje más ilustre, el papa Benedicto XIII, conocido por el Papa Luna.

Oficialmente, el pontífice arrastra una leyenda negra después de ser excomulgado hace más de seis siglos, como resultado del Concilio de Constanza y castigo por su negativa a dar el brazo a torcer en los pactos propuestos para poner fin al Cisma de Occidente. Es justo por ello que la expresión estar en sus trece alude a la tozudez.

Desde hace años, la asociación Amics del Papa Luna de Peñíscola tiene entre sus principales objetivos la recuperación de la legitimidad histórica de esta figura religiosa, y el pasado sábado dio a conocer buenas noticias sobre su reivindicación.

El presidente de la entidad, Juan Bautista Simó, explica que la Congregación para la Doctrina de la Fe ha registrado la documentación presentada por ellos para su «estudio y su prefecto, Luis Francisco Ladaria, manifestó la buena impresión que había tenido de los libros y documentos recibidos», dice.

Unos trabajos elaborados por el propio Simó y por el historiador y canónigo archivero de la diócesis de Tortosa, Josep Alanyà, que defienden la restitución de Benedicto XIII al listado oficial de los pastores de la Iglesia.

«La admisión de los escritos es un primer paso, aunque nunca antes habíamos llegado tan lejos», confiesa Simó, quien resalta la «buena impresión y la fortaleza y convicción» de su entidad, «expuestas por Ladaria». Desde su creación, Amics del Papa Luna lleva una amplia labor investigadora, como demuestra la cantidad de libros y publicaciones realizadas, además de la celebración de dos simposios internacionales, durante los que trataron numerosos aspectos relacionados con este papa y su entorno histórico.