El guión previsto se cumplió un año más, y los peñiscolanos volvieron a demostrar su devoción por la patrona de la localidad con manifestaciones variadas. La primera de ellas tuvo como marco el santuario que alberga a la Virgen de la Ermitana, con la misa concelebrada de la mañana, que incluyó la multitudinaria ofrenda de flores, en la que tanto los particulares como entidades y colectivos locales rindieron su emocionado tributo.

Tras la ceremonia religiosa, los integrantes del Grup de Danses, acompañados de la banda de música, hicieron una actuación a las puertas del consistorio, ante la presencia de las autoridades locales y una reina y damas de las cortes de honor vestidas de gala. La concejala de Fiestas, Raquel París, destaca que tanto ayer como el jueves “suponen los días más grandes de nuestras celebraciones, en los que se une la cultura, la tradición y la religiosidad; con unos actos en los que no solo hay una participación activa por parte de los peñiscolanos, sino que también hay asistencia de visitantes, que de esta forma conocen mejor nuestras costumbres”.

Este sentimiento dio paso a los momentos más multitudinarios, con la última jornada del novenario a la Ermitana, seguida de la solemne procesión por las calles del casco histórico. Un recorrido que finaliza con el canto de la salve a la patrona y la suelta de palomas. El colofón en la plaza de Armas llegó con el cierre de la danza-batalla de moros y cristianos, representación en la que el bando cristiano recuperó el dominio de la fortaleza local. H