Da igual la edad o el sexo, incluso la inclinación política. La coincidencia de cuantas personas conocen la existencia del caso del enterramiento falso es absoluta. Se pregunte a quien se pregunte califica los hechos de «vergüenza».

A partir de ahí puede haber matices. Hay quien, como Emilio, creyó en primera instancia «que era una de esas noticias falsas que se pueden leer en las redes». Cuando confirmó la veracidad señaló que, desde su punto de vista, «aquí deberían de pedirse responsabilidades. Alguien debería responder por esto».

Domingo tiene una opinión formada. «Usan el poder no para el bien general, sino para sus propios intereses. Te hacen dudar de qué más cosas habrá que no sabemos», aseguró ayer indignado.

Montse se limitó a decir dos palabras «tan increíble como vergonzoso», con lo que compartió la consideración de dos matrimonios, uno joven y otro mayor, que paseaba con su nieta, quienes añadieron el adjetivo «deprimente», porque la Vall ocupa titulares en los medios nacionales por temas de esta naturaleza.

Y no hace falta ser adulto para tener clara la respuesta. Isabel, Celia y Gabriela, de 13 y 14 años, dijeron: «Con la muerte no se juega. El cementerio es un lugar sagrado y algo así no se hace».