Ha echado a andar. Es el nuevo PPCV de Isabel Bonig, el de la regeneración, el que debe dejar atrás la nefasta herencia de la corrupción, el que debe curtirse dos años más en la oposición tras décadas de poder absoluto y el que tiene como única misión asaltar el gobierno de la Generalitat en el 2019.

Un PPCV en el que Bonig ha apostado por la continuidad (la renovación ya la hizo cuando tomó las riendas del partido tras la salida de Alberto Fabra) y que está diseñado para que partido y grupo parlamentario de Les Corts sean solo uno, con el objetivo de combatir al Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra en su terreno, en aquellos temas que el bipartito lleva por bandera: sanidad, educación, servicios sociales y transparencia. Ese es el cometido de este nuevo PPCV que sale del congreso que clausura hoy Mariano Rajoy. Bajar a la arena, pelear en el cara a cara y mucho trabajo, máximas que Bonig exige --y exigirá-- a sus cargos orgánicos e institucionales para preparar las elecciones. Porque el lunes empieza la campaña electoral.

Un PPCV continuista, sí, pero no de forma gratuita porque, tanto los que siguen como los que ascienden, se lo han ganado a ojos de la lideresa de la Vall d’Uixó. Y todos ellos constituyen ya su núcleo duro, con el incondicional apoyo de los tres presidentes provinciales. Y así lo han entendido los compromisarios con ese abrumador 94,5% de apoyo que ha recibido el comité ejecutivo.

Y un PPCV que ha pasado con nota una transición nada fácil después de 20 años gobernando, con una más que estimable (con la que ha caído en lo judicial) recuperación electoral con dos victorias consecutivas en la Comunitat (en las últimas Generales casi un millón de votos decisivos para que Rajoy esté ahora donde está), pero que tiene otro reto por delante no menos importante: lograr visibilidad en Madrid, ganarse de nuevo la confianza de Génova (sede del PP) y del Gobierno, para que se cuente con Bonig y con el grueso de los populares valencianos, que representan a una comunidad que aporta mucho más de lo que recibe y a la que casi siempre se ningunea. H