La brecha que separa a la región más pobre de la más rica se ha reducido a la mitad en los últimos sesenta años, pero España se sigue moviendo a diferentes velocidades y el anhelado proceso de convergencia continúa siendo un sueño lejano para muchas comunidades que, como la valenciana, observan a Madrid cada vez a mayor distancia. Desde el año 1955, la Comunitat Valenciana ha perdido dos posiciones en el mapa nacional de la riqueza, hasta situarse la novena en términos de renta per cápita, con un retroceso relativo de alrededor de quince puntos respecto al promedio nacional si se compara el dato actual con el de hace 63 años.

Esta foto fija se extrae del reciente análisis de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que radiografía la evolución de la economía de las autonomías en pleno debate sobre los desequilibrios territoriales.

El estudio concluye que la desigualdad de la renta en función de la comunidad en la que se reside ha dejado de ser un problema de productividad para convertirse en un problema fundamentalmente de empleo, un factor que ha pasado de jugar un papel secundario a convertirse en la fuente principal de la diferencias de renta, con un incremento de 49 puntos en términos relativos. En la C. Valenciana, el deterioro de la ocupación ha sido acentuado e incide como un catalizador de especial relevancia en el retroceso de la riqueza por habitante.

indicador // En el 1955, la tasa valenciana de ocupación de la población en edad de trabajar era la segunda más elevada de España, solo por debajo del País Vasco. En 2018, en cambio, ese indicador se ha desplomado más de 15 puntos hasta situar a la comunidad como la quinta por la cola en el ranking, solo por encima de Extremadura, Canarias, Andalucía, Castilla La Mancha y Canarias.

El análisis parte de una descomposición de la renta per cápita regional en tres componentes: uno demográfico, otro de ocupación y un tercero de productividad. Las tres comunidades que han tenido un mayor peso industrial tradicionalmente (Cataluña, País Vasco y Madrid) convergen hacia la media hasta 1980, pero su renta per cápita relativa «se estabiliza a partir de esta fecha» y registra una suave tendencia al alza, de forma que la mejora del empleo mitiga los efectos de la caída de la productividad relativa. En cambio, regiones de riqueza intermedia -donde se incluye la C. Valenciana- muestran una tendencia a la baja.

El autor del estudio, Ángel de la Fuente, subraya que existen múltiples factores para explicar esa evolución negativa, entre los que destaca el nivel de especialización y la estructura sectorial, la capacitación de la mano de obra y el grado de formación de la población. La difícil competencia con las ventajas fiscales y la macrocefalia de Madrid o la infrafinanciación son otros de los condicionantes que el Consell pone encima de la mesa.