Concha Romero acaba de cumplir 95 años y no podía haber recibido mejor regalo por su cumpleaños que el de haber superado el coronavirus en su casa de Villafranqueza. Y lo hizo contra todo pronóstico. "Se puso muy malita y pensábamos que se moría, por lo que avisamos a la familia para que se despidiera de ella e incluso llamamos al seguro para empezar a arreglar los papeles", recuerda María del Carmen Ibáñez, sobrina de Concha, con quien la anciana vive desde hace 25 años.

Y es que, además de su elevada edad, el asma y otros problemas pulmonares complicaron aún más la evolución de la enfermedad hasta hacer temer lo peor a su familia y a los médicos que la atendían. La anciana dio positivo el pasado 15 de enero, igual que el resto de la familia, que desconocen aún cómo pudieron contagiarse. "En un principio la estuvieron siguiendo los médicos y enfermeros del centro de salud de Villafranqueza, a los que estoy enormemente agradecida, pero llegó un momento en el que se puso muy mal y le costaba mucho respirar".

Ingreso en el hospital

Entonces los médicos aconsejaron trasladar a la enferma al hospital, pero, añade su sobrina, "no quisimos porque sabíamos que moriría allí sola". En las horas siguientes, el estado de salud de la anciana "empeoró bastante y durante dos días estuvo dormida. Yo me encargaba de darle líquido para que no se deshidratara". Al tercer día, y para grata sorpresa de la familia, Concha abrió los ojos "y preguntó cuántos días llevaba durmiendo".

De esto han pasado ya tres semanas. La anciana ya se levanta de su cama y camina un poco por su casa. También va recuperando poco a poco el apetito. Pese a su edad y a la enfermedad tan grave que ha sufrido, su cabeza se mantiene lúcida y sabe que lo ha pasado muy mal. "Yo me encontraba fatal, sabía en todo momento lo que me pasaba y creía que me moría", recuerda Concha.

Esta semana está previsto que esta nonagenaria reciba la primera dosis de la vacuna contra el covid, aunque de momento lo que más desea "es poder abrazar por fin a mis sobrinos y a mi hermana, a quienes llevo viendo todo este año de lejos".

Su sobrina María del Carmen Ibáñez se emociona al pensar que el coronavirus es otra página más en la dura biografía de su tía, que enviudó muy joven y al mismo tiempo perdió el bebé que esperaba. "De pequeña sufrió una caída en el Casco Antiguo que la dejó coja para toda su vida y siempre nos contaba cómo sus primos la cargaban a sus espaldas para llevarla a los refugios cuando bombardeaban en la Guerra Civil".