«La vigilancia precoz y la búsqueda activa de casos de coronavirus es fundamental para controlar la transmisión del virus. Cada vez detectamos más casos y de forma más rápida. De este modo estamos trabajando en el que podemos definir como el mayor brote hasta el momento en la Comunitat Valenciana».

Así arrancaba la consellera de Sanidad, Ana Barceló, su intervención del lunes tras el brote detectado en el colegio mayor Galileo Galilei que obligó a suspender las clases presenciales a más de 25.000 alumnos de la UPV. Una reivindicación del modus operandi aplicado por la Comunitat Valenciana en esta segunda fase de la pandemia y que ha mantenido inalterable también para afrontar este complejo caso en el que hay alumnos de diversas universidades y grados implicados.

«No se trata de hacer cribados generales porque no detectaríamos nada. Lo importante es conocer en qué universidades y aulas hay positivos, rastrear para aislar a los contagios y permitir que el resto funcione con normalidad», añadía Barceló al ser preguntada sobre posibles nuevas carpas en otros centros educativos, las cuales descartó de inmediato por su escasa eficacia.

«El cribado podrá sumar PCR a los datos oficiales, como ha hecho alguna comunidad —decía sin nombrar a Madrid—, pero no permitirá conocer la trazabilidad», insistía la consellera.

Tras un mes de septiembre en el que todos los principales indicadores que miden el avance de la pandemia han evolucionado favorablemente en la Comunitat Valenciana, la autonomía se ha convertido en una de las que mejor situación epidemiológica presenta de todo el país. ¿Qué motivos han provocado este cambio de tendencia? ¿Qué se ha hecho mejor aquí que en otros territorios? Los expertos —y las cifras— apuntan algunas razones toda vez que reconocen un punto de desconcierto por el hecho de tener una menor incidencia que otras zonas con inferior densidad de población y con menores niveles de movilidad.

La Comunitat Valenciana no es la autonomía que más PCR realiza por habitante ni tampoco ha optado por restricciones más drásticas que las adoptadas a nivel nacional salvo en localidades concretas como Gandia o Benigànim. Además, cuenta con tres grandes núcleos de población (València, Alicante y Elx) que en teoría facilitan la propagación del virus. Pero hay un apartado en el que ha destacado desde el inicio de la desescalada y que ahora los datos refrendan su importancia: el rastreo. La Generalitat contrató a cerca de 800 profesionales sanitarios para estas labores al arranque del verano y con el tiempo han llegado hasta los 1.300 actuales, a los que hay que sumar los 150 militares de la UME que están en fase de incorporación.

Es el punto en el que coinciden los expertos, que no dudan en asociar el número de rastreadores —el mayor de toda España— con que la Conselleria de Sanidad haya detectado desde finales de junio más de un millar de brotes en toda la Comunitat. Así lo entiende Salvador Peiró, director del Centro Superior de Investigación en Salud Pública de la Generalitat, que destaca esa capacidad de detección temprana como una de las claves de la contención del virus y la compara con la Comunidad de Madrid, que a día de hoy asegura tener en torno a 1.000 profesionales dedicados a estas tareas para una población que supera en más de un millón y medio a la valenciana, pese a que no hay datos oficiales al respecto.

La Comunitat ha detectado desde el fin del estado de alarma 1.271 brotes con más de 6.515 positivos asociados. En ese mismo lapso de tiempo, la región que gobierna Isabel Díaz Ayuso ha reportado una quinta parte de focos (268), de los que han surgido 2.437 contagios. «Detectar poco sí es una mala noticia», concluye Peiró en referencia a la débil capacidad de trazabilidad de la capital y a la incorrecta lectura que en ocasiones se hace de la alta detección, que no es sinónimo de empeoramiento de la pandemia.

La labor de detección es fundamental para perimetrar el avance del virus de forma temprana y afrontar las pruebas diagnósticas desde otra perspectiva. Por eso, tanto Peiró como Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante, ambos miembros del comité científico que asesora al president Ximo Puig, cuestionan la tesis de la OMS de «test, test, test». «Lo importante no es hacer muchas PCR sino hacerlas a quien toca y en el momento que toca. Las PCR indiscriminadas tienen muy poco valor», defiende.

El macrobote del Galileo respalda la tesis valenciana

Los datos parecen corroborar la tesis valenciana, que, pese a practicar menos PCR que la media nacional, obtiene una tasa de positividad de las mismas menor que otras autonomías con una mayor ratio de pruebas diagnósticas por habitante. En concreto, la Comunitat Valenciana realizó entre el 28 de septiembre y el 4 de octubre 50.405 PCR, 1.007 por 100.000 habitantes. El promedio estatal es de 1.593 y hay autonomías como Madrid donde la tasa ronda los 2.000 o Navarra (3.436) y que, sin embargo, rondan el 20 y el 11 % de positividad, respectivamente, mientras en la Comunitat se sitúa en el 7,4 %, y su incidencia acumulada multiplica más de cinco y de seis la valenciana (563,86 y 655,9 frente a los 104,3).

Hernández apunta a otra posible razón de la mejoría valenciana, la «buena organización institucional» entre las áreas básicas de salud. «Hay mucha cercanía y mucha colaboración» entre Atención Primaria y Salud Pública, lo que «ayuda a conocer mejor la cadena de transmisión», expone.