El rey apeló ayer a la convivencia como un elemento sin el cual no puede haber libertad y considera que el compromiso con los valores constitucionales y democráticos son el fundamento de la paz social y el orden político, y, además, cohesionan a la sociedad.

Felipe VI recibió en el Palau de la Generalitat y de manos de su president, Ximo Puig, el Premio Convivencia que le ha otorgado la Fundación Manuel Broseta, el exdecano de la Facultad de Derecho de la Universitat de València y exdiputado de UCD que fue asesinado por ETA en la capital valenciana el 15 de enero de 1992.

Un acto en el que el Rey escuchó los elogios tanto de Puig, como del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y del presidente de la fundación, Vicente Garrido, por su defensa de la Constitución y su actuación, como subrayó Puig, «en un escenario muy complejo» y manteniendo a la Corona al margen de las «polémicas partidistas».

Aunque no hubo una referencia expresa en la intervención del monarca en la situación en Cataluña, la fundamentó en la necesidad de defender en todo momento la convivencia y renovó su «firme compromiso» con los valores de la España democrática.

A su juicio, «la certeza de que sin la convivencia no existe verdadera libertad no procede solo de la constatación de una realidad política o social, sino también de un previo e íntimo convencimiento ético y moral».

Puig insistió, por su parte, en que la situación española ha puesto «a prueba el carácter arbitral y moderador de la Corona» y en que Felipe VI ha estado a la altura de ese envite. Además, destacó que el Rey «ha representado y representa la unidad de España respetando la diversidad de sus pueblos» y «transmite serenidad y confianza en las instituciones».

Ábalos elogió la labor del monarca para defender la convivencia frente a «cualquier riesgo».