El president de la Generalitat, Ximo Puig, ha recordado el 40 aniversario del fracaso del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que vivió como periodista de este periódico. El jefe del Consell lo ha hecho con un extenso escrito en redes sociales que pasamos a reproducir a continuación:

“Aquel lunes, esta libertad

Lo que parecía un lunes de febrero más en el periódico “Mediterráneo” de Castelló -ruido de Olivetti, barullo de redacción y humo de tabaco- acabó siendo un día para la Historia. Un día que todavía hoy, a estas 18.23 horas en las que Tejero y su banda irrumpían en el Congreso, invita a una reflexión personal y colectiva.

Con 22 años, uno estaba preparado para el bloc de notas y las vicisitudes de un oficio apasionante. Pero nunca esperaba que en su Redacción se iba a leer -en voz alta y con una gravedad cuyo recuerdo todavía sigue impactando- un bando militar firmado por el capitán general con mando en todo el territorio valenciano. Un bando en el que Milans del Bosch asumía el poder político, suprimía los derechos ciudadanos y prohibía toda actividad política.

Lo que parecía un lunes más de febrero en el periódico “Mediterráneo” acabó con una furgoneta de la Policía Militar -armada con ametralladoras y apostada a las puertas del periódico- y con un cúmulo de emociones: incertidumbre, desconcierto, preocupación, miedo, compromiso demócrata y alivio.

Todo ello, que forma parte de los recuerdos y de la Historia, queda condensado en la histórica portada que aquella Redacción, con el director Luis Herrero a la cabeza, logró sacar al día siguiente.

“¡LIBERTAD!”. Así rezaba el titular de portada. En mayúsculas, tipos gigantes y entre exclamaciones.

Libertad: Nada había más importante.

Libertad: Nada unía más a nuestra sociedad.

Libertad: la que confiere una convivencia en paz y en democracia.

Han pasado 40 años de aquella jornada. Todo ha cambiado. En las redacciones ya no se fuma y las vibraciones y sonidos del móvil son las Olivetti de estos lunes de febrero. Luis Herrero, destacado locutor radiofónico, anda estos días presentando una novela que arranca con un guión de Garci. El cariño sigue intacto por todos aquellos rostros amigos de la redacción y de talleres del periódico de entonces.

Este país, ya digo, ha cambiado mucho. Por fortuna. Como rezaba el editorial de aquella portada de “Mediterráneo”, atrás ha quedado el tiempo de la dialéctica mortal de las metralletas. Ahí está la lección del 23-F. Ahí está, también, la lección del final del terrorismo de ETA. Nada se consigue con la violencia. Al menos, nada que perdure.

La libertad se gana cada día. Y los derechos. Y la convivencia. Y la paz. Nadie los regala. Eso nos obliga a no banalizarlo. A no darlo por descontado. A no jugar con ello. A no embarrar ese campo. A no ser cómplices de ninguna violencia. A vigilar que los derechos -los de todas y todos- se respetan. A seguir perfeccionando nuestro Estado de derecho, también, y no obviar los descontentos que emergen en situaciones tan complejas y dolorosas como la que estamos viviendo hoy a raíz de la pandemia.

El escritor Yuval Noah Harari, en su libro “21 lecciones para el siglo XXI”, dice que es un lujo poder pensar en el largo plazo. O en abstracciones tales como la crisis de la democracia liberal en esta época de populismos y asaltos al Capitolio. Un lujo que no se pueden permitir quienes más amenazados están por las desigualdades, el gran mal de nuestro tiempo. Sin embargo, a veces es necesario levantar la cabeza, pensar en perspectiva y valorar, durante un instante, qué ganamos aquel lunes de febrero y qué debemos hacer, cada día y desde la responsabilidad individual, para perfeccionar nuestra convivencia en paz y libertad”.