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La nueva novela del escritor y policía nacional de Castelló Pere Cervantes, El Chico de las Bobinas, ha sido una de las lecturas del confinamiento, va por su segunda edición y cosecha buenas críticas.

--Nuevo libro, el décimo. ¿Qué va a encontrar el lector en ‘El Chico de las Bobinas’?, ¿Sigue fiel a la novela policíaca o abre un horizonte distinto?

--El Chico de las Bobinas bebe de varios géneros, de novelas de espionaje, de las históricas y, cómo no, de la novela negra. Sin duda, es un nuevo horizonte en mi productividad literaria, pero con la marca de la casa.

-- Se estrena con Ediciones Destino, del Grupo Planeta, un sello de primera línea. ¿Cómo afronta esta nueva aventura?

--Es un sueño poder ver la novela editada por Destino. Al margen del salto que puede suponer comercialmente, lo cierto es que como lector siempre he admirado su catálogo de autores. Así que afronto la nueva andadura con una inmensa ilusión en lo que está por llegar y una gran responsabilidad.

-- El escenario de esta nueva historia es la posguerra en tu Barcelona natal. ¿Por qué esta temática posbélica?

--La idea matriz parte de la intención de poder homenajear las salas de cine que en la posguerra sirvieron de refugio para muchos. La Barcelona de los años 40 contaba con todos los ingredientes necesarios para escribir una novela. La colonia de nazis escondidos y protegidos por el franquismo, la persecución de los maquis, y ese territorio atestado de agencias de inteligencia.

-- ‘Patria’, ‘La Voz Dormida’, ‘Soldados de Salamina’, ‘El Tiempo entre Costuras’... Hay quien dice que la guerra civil es un periodo muy manido tanto en la literatura, como en el cine español. ¿Qué tiene de diferente esta obra?

--El Chico de las Bobinas es un homenaje al cine desde la literatura. Es frecuente ver en el cine un interés por la literatura, pero a la inversa es más raro. Y ese modo de narrar una historia de espías, de maquis con la nostalgia y la emotividad que brinda el amor que tenían por el cine los vecinos de Barcelona, es sin duda el elemento diferencial.

-- El movimiento feminista está más presente que nunca. ¿En este libro ha querido hacer un homenaje a la mujer?

--Sin duda, ese es el segundo pilar en el que se sostiene la novela. Mi paso por los Balcanes durante tres años hizo que sepa de qué va una posguerra. Cierto es que no viví la que afectó a nuestro país, pero tras la experiencia de Kosovo y Bosnia, puedo afirmar que todas las guerras tienen una misma víctima: las mujeres. Y es en esos abusos silenciados en los que hago hincapié, a modo de grito y de reconocimiento a aquellas mujeres capaces de levantarse y con ello levantar una sociedad rota.

--¿Cómo vive usted, como escritor y policía, el momento actual protagonizado por las mujeres tras el movimiento ‘Me Too’, la lucha contra el techo de cristal y la lacra de la violencia machista?

--Por una parte, siento plena admiración por todas aquellas mujeres que han dicho basta y no piensan ceder ni un centímetro de dignidad. Por otra, no puedo evitar sentir tristeza por tener que luchar contra la violencia de género y la violencia sexual en el 2020.