No soy periodista, y jamás me he señalado como tal (al contrario de lo que hacen muchos que tampoco lo son) pese a que llevo 50 años dando textos a las rotativas y mi voz a los micrófonos, pero estimo que cabe hacer buena la máxima tomasiana de dar a cada uno lo suyo. El que no me tenga por periodista, no quita para que la labor no haya sido muy gratificante, deparándome (al par que no poco trabajo) grandes satisfacciones.

Viene a cuento este exordio por la tristeza que me produjo la semana pasada la muerte de Narciso Ibáñez Serrador. Dada mi afición al teatro, que desde bien niño me llevó a pisar el escenario, me complació mucho poder entrevistar al polifacético escritor, director, actor y realizador televisivo de tantos inolvidables programas, cuando en el Principal de Castellón protagonizó su propia comedia Aprobado en inocencia. Era en el trato sencillamente encantador y poseedor de un talento que se desbordaba por todos los poros de su piel. En medio de un muy cordial diálogo me contó que cuando fue premiado en Montecarlo por sus Historias de la frivolidad, conoció a un joven director que le felicitó efusivamente por su galardón, al tiempo que mostraba una profunda tristeza porque él no había alcanzado ningún reconocimiento. «No tengo futuro en esto, voy a abandonar la cinematografía» le dijo. Chicho, humano y afectuoso, le animó a continuar en la profesión y no cejó hasta dejarle convencido. «¿Sabes quién era?», me preguntó, con una mirada de complicidad. «¿Cómo lo voy a saber?», respondí. «Steven Spielberg» me infirió, dejándome lívido.

*Cronista oficial de Castelló