Por segundo año consecutivo, la Peña Taurina El Natural de Vall d’Uixó organizó un bolsín taurino para aficionados prácticos que resultó todo un éxito. Un total de 12 aficionados se sintieron toreros por un día e hicieron disfrutar con su arte, entrega y pasión delante de las becerras a las más de 700 personas que llenaron los tendidos de la bonita plaza de toros de la finca Los Ángeles, de la Vall, que con tanto mimo mantiene el expiloto de motos Álex Debón.

El festejo se celebró el domingo en jornada matinal y vespertina. Frente a becerras de la ganadería navarra de Enrique Domínguez, algunas de ellas de extraordinario juego, torearon Ismael Lozano, El Niño de la Chantal, Carlos Algarra, Yasín Galas, Fernando Gomis, Alejandro Segundo, Pedro Hernández Maraya, Juan López Pucherete, César Palacios, Joaquín Gadea Carajillo, Jaume Orenga y Sergio Meliquero. Cada uno se enfrentó a una becerra demostrando que, a pesar de no ser profesionales, su desmedida afición les lleva a disfrutar de esta pasión que han convertido en hobby. Las tres mejores vacas de las 12, de nota muy alta y con condiciones que cualquier ganadero de categoría resaltaría, resultaron aprovechadas por los tres primeros clasificados, que fueron César Palacios, El Niño de la Chantal y Sergio Meliquero, quienes pusieron el sello a las mejores faenas del día.

Merecidísima la adjudicación como ganador del bolsín a César Palacios, el popular recortador que ahora prueba suerte en esta nueva faceta. La misma serenidad, verticalidad, valor y naturalidad que derrochaba en los concursos de recortes, la imprime ahora en su toreo. Entendió a su vaca y la cuajó de principio a fin. El rey del quiebro lo es ahora del capote y la muleta.

Toreo sincero

El Niño de la Chantal entusiasmó con un toreo emotivo. Incluso su evidente falta de bagaje se convirtió en virtud a la hora de demostrar un toreo sincero. Se lo puso difícil al resto de sus compañeros. Estuvo bien de verdad. Mientras que Sergio Meliquero puso el toque de valor y arrojo de la jornada. Se fue a portagayola, abrió su faena de muleta con un cambiado por detrás en el centro del ruedo y luego toreó caído de hombros y con relajo. Disfrutó y transmitió su sentimiento a las gradas.

Perfecta resultó la organización. No faltó el más mínimo detalle de un festejo organizado con seriedad y mucho rigor. Todo cuanto se hizo en el ruedo tuvo un halo de respeto hacia la Tauromaquia. La capital del toro cambió esta vez su festejo popular por la solemnidad del arte del toreo en la plaza.

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