En el cuento de Alicia en el País de las Maravillas se dice: «Si conocieras el tiempo como yo, no hablarías de perderlo». Alicia no hacía mas que repetir, a la inversa, lo que había dicho Horacio, el poeta, con claro sabor epicúreo: «Carpe diem, quam minimum credula postero», cosecha el día, aprovecha cada día, no confíes en el mañana. El tópico tiene una doble lectura: no dejes pasar el tiempo/disfruta en el presente cada placer de la vida sin pensar en el futuro. Dos posiciones encontradas y de actualidad.

Algunos (¡demasiados!), han hecho suya aquella frase o grito de guerra de El rey león cuando sus salvadores recitan, como un mantra, la palabra mágica: ¡Hakuna matata!, esto es, no hay problema, no te preocupes, vive el hoy, pues el mañana aún no ha llegado. Disfruta la vida --decía alguien a quien ahora no recuerdo--, hay mucho tiempo para estar muerto. O, también, no te tomes la vida demasiado en serio, pues nunca saldrás vivo de ella. ¡Y así nos van las cosas!

Creo que más que perder el tiempo estamos perdiendo el sentido de la vida. No nos damos cuenta de la responsabilidad que representa el existir y, por supuesto, del aprovechamiento del tiempo de que disponemos. La ciencia puede aclararnos cómo es el mundo --decía Wittgenstein (y algo así pensaba Einstein)--, pero no puede responder sobre qué sentido tiene «nacer, morir, luchar, amar» o gestionar nuestro tiempo.

*Profesor