Ir en moto es una bonita afición, un sistema práctico de desplazamiento, y un deporte apasionante, en el que mandamos los españoles. Te produce una sensación de libertad y de poderío excitante, de modo especial entre los más jóvenes que se abren a la vida y buscan experiencias vitales que refuercen su personalidad. Como todo, tiene algún inconveniente: todas las motos, como vehículos con motor de explosión que son, tienen un tubo de escape que sirve para evacuar los gases de combustión desde el motor al exterior y que reduce el ruido y la contaminación a través del silenciador. Si ese tubo se tunea o truca haciéndolo de mayor diámetro o le quitamos el silenciador dejando el escape libre, hace mucho más ruido, ruidera, sonido ultradesagradable, creando una contaminación acústica inaguantable e ilegal si supera los 81 decibelios (directiva 70/157/CEE). Con lo que se supone que se le puede multar. Parece fácil: pasa el gamberrete, el policía que lo ve, lo oye, le para y le multa, inutiliza el vehículo y a silenciarlo y que deje de fastidiar. Pues no debe serlo, algo de sonómetros, mediciones acústicas y otros tecnicismos andan por medio. El caso es que los incivilizados reiteran su estupidez una y otra vez, no entiendo que hacen para pasar la ITV (si la pasan). Estos sujetos no descansan nunca, no distinguen día o noche, no respetan siesta, hospital o paisaje. Se creen más hombres por atronar a los vecinos. Espero que se compren una moto más grande que no tengan que trucar, o que maduren.

*Notario