Un muro liso en una zona transitada se convierte en una irresistible invitación para pegar un cartel publicitario. Poco importa, las veces que aparezca el ya típico «Carteles No. REA», que prohíbe colocar cualquier tipo de letrero o anuncio. Y donde hay un póster pueden haber dos o cinco, o muchos más si se trata de una pared con una superficie adecuada para ello con gran visibilidad.

En la Vall d’Uixó, en la confluencia de dos de sus vías más transitadas, la avenida Agricultor y la calle Octavi Ten, se podía encontrar hasta hace unos días un exponente típico de esta forma de promoción urbana sin límites. Anuncios pegados unos sobre otros, en su mayor parte de clubs de alterne, con imágenes claramente sexistas, donde se cosifica el cuerpo de la mujer.

Los dueños de la parcela, la Caixa Rural Sant Vicent, cansados de retirar estos soportes publicitarios y que a las pocas horas hubieran otros nuevos, decidieron combatir de manera definitiva la mala imagen que estaba ofreciendo un muro de su propiedad y para ello recurrieron al IES Honori García, solicitando su intervención creativa.

Como explica la directora del centro, Araceli Garasa, les propusieron hacer algo distinto y original que acabara con la tentación de quienes dan uso con tal ligereza al papel, la brocha y la cola.

El encargo se trasladó al departamento de Plástica del centro, dirigido por Federico Casanova, que no tardó en implicar a sus compañeros y alumnos de 3º y 4º de la ESO y 1º de Bachillerato. La pretensión no era baladí: «Combatir el sexismo con arte». Y con esta premisa se pusieron manos a la obra.

Se cogieron tan en serio el encargo que buscaron la colaboración de un experto en este tipo de tareas, el grafitero Leonart, que no solo les asesoró a la hora de realizar un diseño atractivo y adecuado, sino que también participó dibujando la pieza central.

La entidad bancaria subvencionó los materiales necesarios para desarrollar el proyecto, el departamento de Música del IES se sumó a la iniciativa y, mientras los artistas desarrollaban su obra, algunos compañeros amenizaban la jornada con sus instrumentos, haciendo más visible un compromiso cívico que tiene un doble mensaje. Por un lado, que la imagen de la ciudad depende de todos, de lo mucho o lo poco que se respetan los espacios comunes, y por otra parte, que un grupo de jóvenes motivados puede ser la clave para empezar a cambiar las cosas a mejor.