Qué guapa eres, qué cara tan preciosa, qué ojazos y qué cuerpo tan ideal. Todo el mundo admira ese físico privilegiado. Es la belleza exterior que debe alegrar a quien la posea, es algo positivo, pero siendo consciente de que no es eterna, y que envejecer con dignidad es bueno para cualquier persona.

Pero no debe obsesionarse ni ser su leitmotiv. Al fin es solo apariencia. Hoy está sobrevalorada, la publicidad y la sociedad de consumo la tienen como paradigma. Si es natural mejor, pero se puede alcanzar con cirugía, maquillaje o Photoshop.

La realidad es que lo más importante, lo esencial, es la belleza interior. Esa sí es fundamental. Es la que determina la personalidad formada por muchos factores: cultura, inteligencia, responsabilidad, carisma, autenticidad, valores, lealtad, creatividad, voluntad, solidaridad, positividad, etc. Esta no desaparece con la edad, al contrario; si se tiene, se va incrementando con el tiempo. No se ve físicamente, pero se irradia y se puede sentir, es lo que hace a la gente atractiva con chispa, mágicos, y lo que les hace felices a ellos y a los suyos.

Si por dentro eres feo y mala persona, da igual cómo seas por fuera, porque transmitirás toxicidad a todo el que te rodee y serás desdichado.

La belleza exterior se convierte en un velo para disimular la fealdad interior. Es como una cajita que puede ser preciosa, pero al abrirla, ves que está vacía o sucia y sufres una decepción. Sin duda lo espiritual es más importante que lo material. La belleza interior que la exterior. Si tienes las dos, enhorabuena.

*Notario