Acabo de leer un proyecto, Raconter la vie, del francés Rosanvallon, hablando de la construcción del «nosotros». Y su lectura me ha sugerido las relaciones humanas, el tránsito del «yo» al «tú» y de este al «nosotros», demasiadas veces olvidado, ya que el hombre necesita del «otro» para constituirse en persona. Con harta frecuencia asistimos a debates y presentaciones públicas en las que uno habla como un yo y el otro responde de igual manera. No hay diálogo de «yo a tú» y mucho menos deseos de construir un «nosotros», sin pensar que el ser humano depende del «otro» para identificarse y reconocerse.

Los dirigentes en general tratan de expresar mediante soliloquios aquello sobre lo que debieran dialogar entre el «yo» y el «tú», sin apercibirse de que la relación con el «otro» es un acto de auténtica reciprocidad. Pero la realidad es muy otra: no vemos salir el «yo» de uno para encontrarse con el «tú» del otro y conectarse con él. Solo cuando la relación entre el «yo» y el «tú» es auténtica puede entonces constituirse el «nosotros». Y esto deberían practicarlo quienes están llamados a interesarse por la vida de los demás en el seno de una cultura democrática. Reconocer al otro, escucharle, darle la palabra: eso es lo que suele llamarse democracia narrativa, la expresión de la democracia como forma de la sociedad y no solo como régimen político: del «yo-tú» al «nosotros».

*Profesor