El hombre que quiere cambiar la universidad, se titulaba la entrevista aparecida esta semana en un periódico de tirada nacional. Cada afirmación que realiza este nuevo superhéroe de la reforma universitaria sería para troncharse de risa, si no fuera porque se trata del presidente de la Conferencia de Consejos Sociales, órgano encargado de la relación entre la sociedad y la universidad, y porque dice hablar desde su cargo. He aquí algunas de sus recetas.

Primero nos avisa que el peor mal que tiene la universidad es su deficiente sistema de autogobierno, al que define como excepcional y anómalo. Les recuerdo que se refiere a que los órganos de gobierno se eligen democráticamente entre el profesorado, personal de administración y estudiantado. A continuación, nos dice que si no estamos en los ranquines no es por la falta de presupuesto, sino por la endogamia que nos corroe. Cuando es fácil mostrar que no es cierto, que los resultados de la universidad pública española son buenos, a pesar de ser una de las peores financiadas de Europa, la sexta por la cola. Con estos presupuestos miserables, muchos colegas europeos nos preguntan cómo lo hacemos. Por último, la receta del éxito que no puede faltar: hablar de tasas gratuitas es solo demagogia, la excelencia hay que pagarla, dice. Ya se imaginan qué significan estas palabras: que estudien solo los mejores, aquellos que han tenido no solo voluntad, sino fortuna para llegar bien preparados. En suma, una universidad pública exclusiva. No son estos los cambios que necesitamos. La próxima semana veremos algunos.

*Catedrático de Ética