He leído con cierto escepticismo la noticia del nacimiento de una nación espacial patrocinada por un científico y millonario ruso y me ha sorprendido. En la nueva Asgardia --que así se llama en honor de dioses nórdicos--, hoy un diminuto satélite, se promocionará la paz y se pretende evitar la degradación ambiental y armamentística de nuestro planeta, amén de otros propósitos. ¿Estamos ante una nueva isla de Utopía?

Yo creo que no se trata solamente de «espacios», sino de personas. Bien lo decía Balzac o Proust (no está muy clara la autoría): «Aunque nada cambia, si yo cambio, todo cambia». Pero si sigo siendo el mismo… La revolución de nuestro tiempo es cambiar a las personas para lograr su mejora, sobre todo ética. Con cambiar los collares no basta. Hay que educar en este sentido y lo demás se nos dará por añadidura. Pero esto tampoco significa que nos adhiramos, a pies juntillas, al intelectualismo socrático de que la experiencia moral se basa en el conocimiento, sino más bien a la sentencia aristotélica de que el conocimiento no es condición suficiente para la conducta justa y buena. De ahí que personas que consideramos inteligentes sean éticamente incoherentes. No es lo mismo predicar que dar trigo, dice el refrán.

La nueva Asgardia más que espacios necesitará personas con valores éticos. Y no digamos en nuestro planeta.

*Profesor