Sus exóticas patas azules y un hipnótico exoesqueleto color verde oscuro camuflan a una peligrosa especie invasora que pone en jaque al mar Mediterráneo, desde el Delta del Ebro a la costa de Almería. El callinectes sapidus, más conocido como el cangrejo azul, ha venido para quedarse y ya es habitual su presencia en el litoral de Castellón. No es raro pescar elevadas cantidades de este crustáceo, como la media tonelada que capturó en una mañana la barca benicarlanda Dos amics, frente a la playa Norte de Peñíscola. Este bicho arrasa con otros moluscos, sobre todo bivalvos de concha fina, como las tellinas, almejas o los berberechos. Además, es un quebradero de cabeza para el día a día de los pescadores, ya que destroza sus redes e, incluso, podría afectar al sector turístico, principalmente en la época estival, por su presencia cercana a las playas.

Este decápodo es autóctono del Atlántico occidental y su hábitat solía concentrarse entre Norteamérica y países de Sudamérica, como Argentina. Ahora, su proliferación parece no tener control. «No sabemos cómo ha llegado, pero todo apunta a que es a través de barcos que circulan por todo el mundo, en los cuales, con las condiciones adecuadas, este cangrejo deja larvas. Después, al amarrar en puertos europeos, como en Francia u Holanda, empiezan a reproducirse fácilmente y su expansión es muy grande hasta llegar aquí, a lo que le ayuda la temperatura del Mediterráneo», destaca el científico titular del Instituto de Acuicultura de Torre la Sal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el doctor Carlos Saavedra.

Un futuro de incertidumbre

Uno de los temores es su evolución. «No sabemos a qué nos enfrentamos. Si seguirá aumentando o declinará. Habrá que analizar su comportamiento en el ecosistema y la afección a otras especies. Según lo que pase, las autoridades deberían poner el ojo, porque su erradicación es imposible», afirma Saavedra.

Justo hoy se celebra una reunión para abordar el problema en la sede de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Castellón. El sector pide apoyos para adquirir nasas --redes de pesca pasiva-- y permiso para usarlas.

El temor por la plaga del cangrejo azul es latente, a pesar de ir ganando adeptos en la cocina. A ello, cabe sumar su poca rentabilidad actual y efectos que podrían ser irreversibles.

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