El final de mis vacaciones de agosto siempre coincide con el inicio del Certamen Internacional de Guitarra Francisco Tárrega, por el que tengo indeclinable afecto. Y ello desde su primera edición, hace 51 años, precisamente por la entrañable relación que tuve con su creador, el inolvidable pianista don Leopoldo Querol. El Tárrega, en su más de medio siglo de existencia, ha alcanzado un prestigio internacional, que ha sido consecuencia de tres factores: una organización modélica, unos jurados competentísimos y unos ganadores que, sin duda, hoy son referenciales en las mejores salas de conciertos y en las mejores firmas discográficas. Este factor es significativamente representativo, pues nombres como los de David Russell (posiblemente el mejor guitarrista, en activo, del mundo), Claudio Marcotulli, Raphaella Smiths, Aniello Desiderio, Fabio Zanon, Ana Vidovic, Gabriel Estarellas, José María Gallardo…, y un muy largo etcétera comenzaron a brillar en sus carreras al vencer en Benicàssim. El Tárrega les otorgó el pasaporte a la fama y, viceversa, ellos le dispensaron la celebridad de sus nombres.

Con el emocionado sentimiento de encontrar ganadores a alinear en esa primera división de grandes planetarios de la guitarra, que es con el que acudo, todos los años, a escuchar a las jóvenes promesas que participan. Y este año, evidentemente, no será una excepción.

*Cronista de Castellón