A ver si le dejan». Así ha reaccionado un dirigente del PP, sorayista declarado, cuando yo le comentaba que creo que Pablo Casado irá suavizando algunas de sus ideas más conservadoras. Tradicionalmente, esa formación política ha sido capaz de cobijar entre sus filas a personas contrarias al aborto, como el propio Casado, y personas a favor, como Celia Villalobos. O, por ejemplo, representantes contrarios al matrimonio homosexual, como Jorge Fernández Díaz, y personas a favor, como el pablista Javier Maroto.

El discurso con el que Casado se alzó como presidente del PP fue poderoso, dirigido al corazón de los militantes y muy centrado en los principios y valores que tantos añoraban, después de años de mucha burocracia y mucho número, pero poca empatía y menos política. Cuando Casado habla de integración, no puede ser solo de personas, porque no funcionará. Habrá asuntos en los que la unanimidad interna será relativamente sencilla y otros que generarán tensión.

LOS PARTIDARIOS de Soraya Sáenz de Santamaría, menos ortodoxos que los pablistas, esperan que a la hora de la verdad, en el PP no manden Hazte Oír o la Conferencia Episcopal. Algunos han reconocido públicamente su inquietud por los guiños de Casado a Vox, porque entienden que así no se ganan elecciones con mayoría absoluta. Ni muy a la derecha ni, en el caso de sus rivales, muy a la izquierda. Será cuestión de tiempo comprobar la flexibilidad del nuevo presidente y su habilidad para empequeñecer a Ciudadanos.

*Periodista