Miguel se quedó sin trabajo en los momentos más duros de la crisis económica. Pensó mucho en qué podía hacer y finalmente juntó todos sus ahorros y abrió una cafetería en la avenida del Mar de Castellón. Pasé por allí el segundo o tercer día tras su apertura, entré, tomé un cortado y le felicité por su atrevimiento, por su valentía, por su empuje en un tiempo oscuro para el comercio local.

Pasados un buen puñado de años, el bar sigue abierto. Miguel ha podido salir adelante y su familia vive tranquila. La economía nacional ha mejorado gracias a gente como Miguel. Hoy los políticos autonómicos y nacionales quieren apuntarse el tanto de la mejora económica, pero si España y Castellón se han recuperado del desastre ha sido gracias a emprendedores como Miguel y a los empresarios que no se rindieron.

CAMBIANDO de tema, pero no del todo, he visto que la Torre San Vicente de Benicàssim por fin está acabada y abierta al público. Desde niño la recuerdo hecha un desastre. Han pasado un montón de presidentes por la Generalitat y de alcaldes por el municipio, pero ninguno tuvo las narices de ponerse manos a la obra y arreglarla. Si la torre está por fin remodelada es gracias a Susana, la actual alcaldesa, aunque muchos quieran apuntarse el tanto. Como pasa con Miguel. Como pasa siempre.

*Escritor