Dice un viejo proverbio --aunque vigente-- que rectificar es de sabios, pero que de necios es rectificar cada día. Y eso es lo que estamos viendo y oyendo día sí, día no; al alba una cosa y al anochecer otra. Al menos esa es mi percepción. Todo ello me confunde, crea un caos que me sume en la incertidumbre más absoluta. Unas veces es la política, otras la información mediática, otras el caos provocado. He de realizar un esfuerzo titánico por comprender dónde está la verdad, dónde la posverdad y el ya habitual fake news.

La posverdad apela a las emociones, pretende asentar creencias o deseos del público en lugar de ir a hechos objetivos y racionales, dejando que estos sean menos importantes a la hora de decidir. Y las fake news provocan una desinformación, influir, lograr un engaño en las masas con fines psicológicos, económicos o ideológicos. Si estos mecanismos aparecen en los medios de comunicación y, a la vez, en las omnipresentes redes sociales, el engaño está servido y el efecto logrado. La mentira confunde a la verdad, la credibilidad de los medios queda erosionada y el espectador sumido en un caos incontrolable.

Hay una serie de verificadores de la verdad, pero no fácilmente asequibles, quizá por falta de información. ¿Entonces…? La solución no es fácil, pero la tarea para encontrarla es indemorable y necesaria. Hay que mantener el espíritu crítico.

*Profesor