La semana pasada asistí a la fiesta del 25 aniversario del reinado de Ampareles Pavía en un céntrico hotel castellonense. Una celebración llena de ambiente en la que numerosos amigos disfrutamos de cuanto es más entrañable: los recuerdos cuajados en el fervor del sentimiento común del amor por las tradiciones representativas del calendario festivo local. En la celebración figuraban el entonces alcalde de Castellón José Luis Gimeno, junto con miembros de diversos credos políticos de su corporación municipal, componentes de la junta de fiestas de hace un cuarto de siglo con su presidente Luis Doménech a la cabeza, damas de la ciudad de la inolvidable reina Ampareles, y el grupo musical Els Llauradors que hizo las delicias de todos con sus músicas populares, a cuya interpretación se unión la excelente cantante Bárbara Breva que encarnó a Violant d’Hongria el mismo año que Ampareles Pavía fue reina. Hermoso ritmo de amistad.

Y en ese arco de remembranzas vinculadas con la fiesta, he de hacer referencia a que en el desfile de animación del pasado viernes, tuve la satisfacción de ocupar asientos exactamente tras la reina de las fiestas Estefanía Climent y la Bellea del Foc de Alicante. Pese a que las conocí en ese momento, ambas no pudieron ser más afectuosas ni más fascinantes con mi nieta Adriana y con todas las personas que se acercaron a cumplimentarlas. Así de este modo es como se conquista ya no un trono de reina, sino el de emperatriz festera. Ampareles lo ganó en su día. Estefanía está en camino, mimbres no le faltan y a buen seguro lo conseguirá también: ser una de las grandes.

*Cronista oficial de Castellón