El sueño de muchas personas es conseguir un empleo en lo que les gusta, lograr ganarse la vida con su pasión. En cierto modo, esto es lo que ha conseguido Alfonso Boix con la traducción de La bruja de Ravensworth (Editorial Siruela), la novela gótica inglesa de George Brewer.

El gusto de Alfonso por el medievo nació en su último año en la universidad. Estudió filología inglesa (es docente en la Escuela Oficial de Idiomas de Castelló), pero un profesor le pidió que preparase una charla para un encuentro de literatura medieval hispánica. Como no sabía muy bien de qué hablar, fue a la biblioteca a hojear libros.

Repasando el libro del Rey Arturo, vio una escena que le recordó a un fragmento del poema de Mío Cid que había leído de pequeño en la escuela. Esta revelación le cambió la vida y desde entonces no ha parado de hacer estudios sobre literatura de la Edad Media.

En este ámbito conoció a Eva Lara, experta reconocida mundialmente en literatura del medievo. Fue ella la que pensó en Alfonso cuando vio que La bruja de Ravensworth, un libro publicado en inglés en 1842 por George Brewer, aún no tenía traducción al español.

Éxito en la acogida

Completar la traducción le costó hasta tres años. Según cuenta, fue un trabajo duro porque el idioma ha cambiado mucho desde la publicación del texto original y necesitó adaptar numerosas expresiones. Además, su empleo de profesor de inglés en la EOI de Castelló le ocupaba mucho tiempo.

«Cuando presentamos el manuscrito, la editorial solo tardó 24 horas en admitirlo», cuenta. Aunque tanto él como su compañera Eva eran conscientes de que tenían una buena propuesta encima de la mesa, no esperaban una respuesta afirmativa tan rápida.

Hasta la fecha, La bruja de Ravensworth está siendo un éxito en cuanto a acogida y respecto a la crítica especializada. Plumas de fuerte predicamento en el ámbito literario como la de Luis Alberto de Cuenca elogian la novela de George Brewer. También hay buenas palabras para la labor de Alfonso y Eva como prologuistas de la obra.

La biografía del autor inglés era una gran desconocida para el gran público, y los dos investigadores hicieron un importante trabajo de rastreo en los periódicos de su época para tratar de conseguir arrojar luz sobre su vida y ponerla en negro sobre blanco en el prólogo. Las mayores conclusiones que sacaron es que fue miembro de la Marina británica y experto en arte de la época.

Por el momento, Alfonso no se plantea embarcarse de nuevo en un trabajo tan extenso como la traducción de una novela completa. «Estoy traduciendo poemas franceses de la época», dice.

Sobre el argumento de la novela, su traductor decide desvelar pocas cosas. «La mayoría de los personajes son muy malos, hay pocos que sean buenos en el texto de Brewer», dice. Además, la trama tiene un final sorprendente, de los que dejan asombrado al lector.

Probablemente, Alfonso lo haya conseguido. Público y crítica dan la razón a la creencia. Cuando alguien trabaja en su pasión siempre lo hace bien.

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