Un juez de la Audiencia Nacional, a instancias de la fiscalía, acusa de un delito de “enaltecimiento del terrorismo” y otro de “incitación al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo por motivos racistas, ideología, religión o creencias” (art. 510 del Código Penal) a dos individuos. En lo que se suponía que era una representación de títeres, dirigida a niños, escenificaron el ahorcamiento de un juez, la violación de una monja seguida de su apuñalamiento con un crucifijo, el apaleamiento de varios policías y la exhibición de al leyenda “gora Alka-ETA”. Los detenidos reconocieron que se refería a Al Qaeda y que representaban obras más violentas. Todo lo cual no es ninguna sorpresa ya que el contenido aparece en su web: Títeres desde abajo. Además tenían material de los Grupos Anarquistas Coordinados, como el panfleto Contra la democracia, que investiga la propia Audiencia como “organización criminal con fines terroristas”.

Resulta increíble que se trate de manipular a los niños, el colectivo más necesitado de protección, que se fomente la violencia, que se ensalce públicamente a asesinos y terroristas y todo con dinero público. Menos mal que la justicia esta vez ha actuado, como es su obligación. Pero aún resulta más increíble que cargos públicos como Ada Colau, Pablo Iglesias o Garzón se unan a los antisistema para solidarizarse con estos delincuentes. Invocan la libertad de expresión, olvidan que tiene como límite la ley y que no puede usarse para destruir la propia libertad, cuando no la vida, de los demás. H