Acabo de recibir dos publicaciones por este orden: Las rutas del agua, editada por Mediterráneo, y el calendario del 2018 de la Diputación Provincial. La primera, todavía en fascículos, muestra la riqueza de las fuentes y manantiales que tenemos en nuestros pueblos con profusión de detalles sobre su ubicación, caudal y cuidada fotografía; la segunda, el calendario, ofrece al lector singulares paisajes y un mapa explicativo, también con expresivas fotos. Ambas dan una idea, incompleta por necesidad pero más que suficiente, para poder apreciar la belleza de los numerosos paisajes y fuentes de la provincia.

Uno, que ha recorrido buena parte de ella, se queda, no obstante, sorprendido y admirado por el encanto de esta singular naturaleza que nos envuelve y que no todos conocen. Paisajes marinos y de montaña, planicies y escarpados riscos, olivos milenarios, bosques inmensos, montañas rocosas, grises o de indefinidos colores, piedra en seco, arroyos y barrancos, fértiles huertas o ríos y riachuelos, se presentan a la mirada del visitante. Es entonces, al conocer este desconocido paisaje, cuando comienza uno a valorar y estimar en su medida la singular naturaleza de nuestra tierra.

Hay otro paisaje, el construido por el hombre, esparcido por los pueblos, recatado a veces, que exige también la mirada con nuevos ojos para apreciar su belleza, sus monumentos.

*Profesor