Quienes vivimos en la zona del Eurosol, en Benicàssim, hemos visto como año tras año la oferta hostelera del entorno se ha ido marchitando. Muriendo. Durmiendo.

El empresario italiano Filipo abrió una pizzería hace un tiempo pero, aunque su oferta es buena, no logró ser la locomotora que revitalizara esa parte de la avenida Ferrandis Salvador. Yo soy cliente habitual y estoy encantado con sus pizzas, pastas y ensaladas, pero el barrio necesitaba algo más. Necesitaba una buena sacudida que lo estremeciera de arriba a abajo.

Respecto a los restaurantes de primera línea de playa, kebabs y hot dogs, hot dogs y kebabs, y poco más. Si acaso, algo de fritanga y bocatas de queso. Así no se pone en valor un kilómetro de área turística, no señor. Muchos vecinos y veraneantes ya habían tirado la toalla y abandonado casi toda esperanza cuando, con el empuje de una locomotora, apareció por allí «el guindillo».

El empresario castellonense ha abierto Playachica en los bajos de las villas del grupo Gimeno. Un azulejero las ha comprado como inversión, y el restaurador ha montado un local de nivel. ¡Y qué nivel, Maribel! Así sí.

Espero que sea el revulsivo que muchos esperábamos y que los locales de Eurosol sigan por esa senda. Cuanta más y mejor oferta, mejor para todos.

*Escritor