En una columna anterior ya comentamos que las medidas anunciadas por Mario Draghi el pasado mes de enero para reactivar la economía, favorecer el crecimiento y evitar un ciclo deflacionista no eran suficientes y requerían de medidas estructurales de mayor calado.

Sí que han propiciado, sin embargo, una paulatina disminución del precio del dinero como consecuencia de un exceso de oferta monetaria frente a una escasa demanda solvente, que nos ha llevado a la paradójica situación actual, con el euríbor a 12 meses en valores negativos. El dinero es gratis, lo que, en una primera lectura, parece una buena noticia para todos los poseedores de una hipoteca a tipo variable referenciada a este indicador; sin embargo, todos debemos ya saber que nada es gratis, alguien va a tener que pagar al final del ciclo y la perspectiva no es halagüeña.

La inflación es un indicador del crecimiento económico y evidencia que una mayor inflación razonable se relaciona con menor desempleo y mayor actividad productiva. Pues bien, España cerró enero de 2016 con una inflación del -1,9%. Ya se pueden imaginar el impacto en desempleo y producción; pero es que además, una inflación negativa supone que el valor del dinero en los bolsillos de los ciudadanos disminuye y, por tanto, también su capacidad para devolver la deuda.

No por evidente debemos dejar de mencionar el efecto negativo que un euríbor negativo tendrá sobre las cuentas de los propietarios de dichas deudas y sobre las entidades financieras, lo que provocará un debilitamiento del sistema financiero que, en la coyuntura económica actual, no es en absoluto positivo.

Y ya sabemos quién paga los platos rotos en una crisis financiera. H