En su artículo del pasado sábado mi buen amigo y admirado escritor Pablo Sebastiá acusaba a algunos políticos de falta de bemoles en una acepción que implica ponerle determinación, valor (o hablando en castizo callejero, reaños o «cojones») al asunto. Otro sentido de la frase es el que explicita: «Tiene muchos bemoles», como equivalencia de aquello que presenta numerosos inconvenientes o dificultades.

Como todo el mundo sabe el bemol es una alteración que baja un semitono a una nota, totalmente contraria al sostenido que la sube. Los bemoles y sostenidos propios se colocan al lado de la clave y constituyen la tonalidad global y modifican todas las notas que están el pentagrama hasta que se produce un cambio de armadura; por el contrario los accidentales se colocan a la izquierda de las notas y modifican solo todas las del mismo grado escritas en un compás.

Y EL LECTOR se preguntará ¿qué rábanos tiene que ver esta lección de teoría musical para explicar ese uso coloquial que expresa, valor o dificultades?. Pues a ello vamos. Entonar (es decir cantar, no interpretar con un instrumento) es más difícil hacerlo con bemoles que con sostenidos, porque bajan la tonalidad, de ahí que haya que aplicar mucha más determinación para vencer las dificultades que supone afinar, sobre todo cuando nos encontramos con tonalidades como el RebM (cinco bemoles), SolbM (seis) y ya no quiero hablar de DobM (siete). En conclusión, que los «muchos bemoles» requieren echarle no pocos «dídimos».

*Cronista oficial de Castellón