Es la primera y más importante referencia que cualquiera tiene en la vida, la que normalmente determina tu carácter y tu comportamiento. Si los padres son malos o buenos no supone que de modo obligatorio los hijos lo sean, pero desde luego tienen más posibilidades de seguir esa línea que de salirse de ella. Nuestro ejemplo determina el desarrollo emocional, social y familiar de nuestros hijos. Para ellos somos su modelo, obran y repiten nuestro comportamiento positivo o negativo y tendrán la moral, la ética y los valores que les hayamos enseñado y demostrado. Los padres son el modelo de conducta y el referente emocional de los hijos, si tienen estabilidad, armonía, paz, amor, respeto, autoestima, integridad, alegría, etc, es fácil que los niños consigan tenerlos también. Lo mismo en sentido contrario. Hay que ser coherentes porque si les dices que no griten y tu no paras de gritar, con seguridad ellos gritaran, o que no mientan y tu mientes, o que quieres que sean felices y tu eres desgraciado. Por lógica todos queremos dar buen ejemplo aunque no siempre lo logramos, y a veces nos equivocamos, también es una buena enseñanza reconocer ese error, siempre que además luego lo corrijas. Con ellos hablar es útil, pero nuestras acciones son mucho más determinantes y ejemplificadoras. Si el ejemplo no es bueno no necesariamente están atrapados, todo lo que rodea a una persona, colegios, amigos, pareja, familia y, sobre todo, la educación y su propio raciocinio le pueden ayudar a no seguir por el mal camino. Ahora, si es el que le gusta, no queda otra que siga su destino.

*Notario