Contra el Armageddon. ¿Quién no recuerda la película en la que un inmenso meteorito amenaza con acabar con la vida en la Tierra? Pues con el mismo argumento, pero en la vida real y en un marco científico del más alto nivel, se mueve el profesor valenciano Josep Maria Trigo, castellonense de adopción durante sus 12 años a medio camino entre la UJI y el Planetari, que acaba de publicar una investigación que busca el punto débil de los asteroides para evitar que impacten sobre el planeta, junto al profesor Carles Moyano, líder del equipo internacional del Institut de Ciències de l’Espai de Catalunya (ICEC).

«Parece ciencia-ficción, pero no lo es. No será inminente, sino en una escala de millones de años, se prevé que un meteorito de una dimensión kilométrica se dirija hacia la Tierra, con unas consecuencias devastadoras --dice--. Ya hay más de 15.500 objetos que cruzan la órbita terrestre, y de ellos, 1.500 están calificados de potencialmente peligrosos con un diámetro de 100 a 150 metros».

Por ello, acentúa que «los científicos debemos intentar, desde ya, evitar ese impacto. ¿Cómo? Pues buscando el punto débil de esas rocas espaciales, que se mueven a gran velocidad y variando su viaje». El estudio lo ha hecho viral la revista The Astrophysical Journal, que es la referencia internacional.

Trigo ha cuajado una carrera que, tras su paso por la capital --«voy cada vez que puedo y curioseo las novedades del Planetario», dice--, le ha llevado a la prestigiosa UCLA en Los Ángeles y ahora en el ICEC, dependiente del CSIC).

El estudio basa sus conclusiones en el estudio del meteorito Cheliábinsk, de unos 18 metros de diámetro y unas 11.000 toneladas de masa que explotó sobre Rusia el 15 de febrero del 2013 y que se fragmentó en miles de pedazos. Muchos de los trozos se desintegraron al atravesar la atmósfera pero más de un millar (con una masa superior a una tonelada) llegaron al suelo a velocidades supersónicas causando centenares de heridos y grandes daños materiales. Cheliábinsk es un tipo de asteroides formado hace unos 4.452 millones de años en el primitivo Sistema Solar y que han sufrido miles de colisiones, aumentando en consistencia. «Este es un ejemplo de los materiales que acechan la vida», advierte Trigo. Contra ellos, la Agencia Espacial Europea y la NASA estudian la posibilidad tecnológica de una sonda a modo de proyectil para que impacte sobre el Armaggedon y lo desvíe. Cine y ficción se cruzan, de nuevo.

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