Resulta muy ilustrativo comprobar cómo muchas de las teorías expresadas en el libro que da título a esta columna arrojan una explicación convincente de las diferentes situaciones esperpénticas que estamos presenciando en la actualidad, particularmente en el ámbito de la política.

El autor, Pino Aprile, sostiene que la inteligencia dejó de evolucionar siglos atrás y que vivimos inmersos en un proceso irreversible de auge de la imbecilidad que conlleva la destrucción de cualquier atisbo de inteligencia en el individuo.

Para fundamentar esta hipótesis enarbola a lo largo del libro una serie de argumentos perfectamente estructurados en leyes y principios, de una claridad impecable y que, en algún caso, se hacen difíciles de rebatir.

Destaca, a modo de ejemplo, El Principio de Peter, según el cual: “En cualquier jerarquía toda persona tiende a ser ascendida, hasta alcanzar su nivel óptimo de incompetencia; por tanto, todo cargo está destinado a terminar en manos de un incapaz”.

Suelo recomendar la lectura de este libro como autoayuda. En mi caso suelo releerlo cuando el nivel de estupidez generalizada me resulta incomprensible y me genera un estado de confusión temporal motivado, sin duda, por la búsqueda de un razonamiento lógico sobre aquello que no lo tiene.

En muchas ocasiones la explicación más plausible de la realidad es la más sencilla, aunque resulte desalentadora; ya lo decía Quevedo en el siglo XVII: “Todos los que parecen estúpidos lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen”.

Mucho me temo que así es. H